Los números de la verdad
Todos estos factores son imprescindibles para valorar cuando queremos pormenorizar sobre la cantidad de energía que genera o pierde nuestro cuerpo a través de la piel y no hay que cometer el error de despreciarlos ya que, por ejemplo, un cuerpo sometido a la radiación solar directa (a las 12 de la mañana en la línea del ecuador) puede recibir hasta 1 Kw/h (algo así como el calor que produce una estufa eléctrica de 1.000 vatios) por cada metro cuadrado de superficie que ocupe su piel (en un adulto de 1,80 de altura puede ser de unos 2 metros cuadrados). En esas condiciones, manteniendo un ritmo deportivo moderado, podemos estar quemando unas 1.000 kilocalorías (Cal) cada hora, lo que supondrá una pérdida de líquido de alrededor de 1 litro de agua en una persona de unos 65 kilos de peso corporal. ¿Todavía piensas que no es importante el estudio de la termorregulación humana?
Fisiología del calor
Podríamos dividir las fases de evolución de la termorregulación en diferentes estadios, para así comprender los mecanismos de que dispone nuestro organismo en aras de lograr una estabilidad total en nuestros órganos internos. En este primer ejemplo vamos a considerar que nos encontramos realizando un ejercicio de intensidad creciente en condiciones climáticas favorables (sol, menos de 30 grados, sin viento). No tendremos en cuenta los pormenores más críticos, considerando exclusivamente la mecánica del ejercicio:
Fase de reposo: la temperatura de la piel es estable, lo mismo que la de los órganos internos.
Fase de calentamiento: los músculos combustionan nutrientes y se produce un incremento calor, la respuesta de nuestro sistema termorregulador es un incremento del riego sanguíneo (vasodilatación), lográndose en pocos minutos equilibrio térmico.
Fase de actividad intensa: hay incremento de la temperatura debido al creciente trabajo muscular. Comienza la sudoración, se acelera la respiración (vaho) y se produce la refrigeración de los órganos internos.
Fase de peligro: al mantener durante periodos prolongados una actividad física intensa, sin momentos de descanso, la sudoración se muestra insuficiente y factores como la convección y la radiación ponen en peligro el mecanismo de equilibrio en el balance térmico. Se pierde la termorregulación y se corre el peligro de entrar en un "golpe de calor" (hipertermia).
Fisiología del frío
Pero la termorregulación no sólo hay que tenerla en cuenta cuando los días son calurosos; también el frío puede afectar de manera grave a la regulación térmica de nuestros órganos internos, por lo que debemos valorar las alteraciones que se pudieran llegar a producir.
- Fase de reposo: la temperatura de la piel es estable y hay balance neutro en la de los órganos internos.
- Fase de movimiento: un ciclista inicia un descenso, el cielo está nublado y la temperatura es inferior a 10 grados. Crece de manera exponencial el fenómeno de la convección: la masa de aire frío choca contra nuestras prendas de abrigo y las porciones de piel que hay descubiertas; se genera conducción entre nuestra piel y el tejido frío de las prendas de protección y a, ante la falta de sol, la radiación es escasa. Hay pérdida de temperatura en la piel. Para mantener el equilibrio de los órganos internos en cuerpo inicia una vasoconstricción capilar. Se consigue la termorregulación.
- Fase de enfriamiento: el descenso en bicicleta se prolonga, hay muy poca actividad muscular, nula radiación solar y comienza a llover. El balance de calor en la piel vuelve a ser negativo. Se inicia un fenómeno de alerta máxima en nuestras células nerviosas y musculares: comenzamos a tiritar. Con ese movimiento acelerado involuntario de algunas de nuestras células, nuestro centro de la termorregulación consigue generar calor y logra compensar la temperatura de nuestros órganos internos.
- Fase de peligro: el puerto que descendemos es muy largo, las condiciones climáticas no mejoran y llevamos un rato padeciendo una tiritona incontrolada. Comenzamos a sentir un estado de malestar generalizado, incluso perdemos la noción de la realidad. Entramos en un estado de hipotermia, nuestras constantes vitales se alteran y corre peligro nuestra vida.
Intercambio térmico
El balance energético en el que se basa nuestro mecanismo biológico de termorregulación se apoya en dos fenómenos orgánicos que permite la fisiología del cuerpo humano: la termogénesis (absorción de calor) y la termólisis (pérdida de calor).
El calor corporal se produce de manera continua por la actividad metabólica; la producción de calor durante el sueño es mínima y aumenta por actividad muscular. Para mantener una temperatura constante la cantidad de calor que se pierde debe ajustarse a la cantidad de calor que se produce Fig. 3): ese es el equilibrio perfecto del mecanismo de nuestra termorregulación. Este proceso encuentra algunos inconvenientes debido a las variaciones térmicas del medio. Cuando la temperatura ambiental aumenta se reducen las pérdidas de calor, de la misma manera que una temperatura baja puede incrementar la cantidad de calor perdido, de tal forma que el metabolismo debe aumentar por medio de escalofríos para mantener el equilibrio.
Termogénesis y termólisis
Nuestro organismo produce calor en las estructuras más profundas (músculos y vísceras), que están aisladas del ambiente por la grasa subcutánea y la piel.
- Termogénesis: nuestra fuente permanente de calor es la actividad metabólica basal, al favorecer el temblor, la excitación simpática de producción de calor y la secreción de hormonas tiroideas. Durante los escalofríos la producción de calor puede aumentar 4 ó 5 veces por estimulación de la porción dorso medial del hipotálamo posterior, cerca de la pared del tercer ventrículo donde se encuentra el área llamada "centro motor primario del temblor".
Las señales que provocan el temblor van por la médula espinal y a través de las motoneuronas anteriores llegan al músculo esquelético aumentando su tono; por encima de un nivel crítico comienza el temblor, probablemente resultado de oscilaciones por retroacción del mecanismo reflejo de estiramiento del huso muscular.
- Termogénesis química: este mecanismo biológico es muy simple, la noradrenalina y la adrenalina circulantes en sangre provocan un aumento del metabolismo celular, pero también el enfriamiento (acción sobre el área preóptica hipotalámica anterior) aumenta la producción de la hormona liberadora de TSH (hormona estimulante del tiroides). Esta, a su vez, estimula la producción de hormonas tiroideas, lo que aumenta el metabolismo celular de todo el cuerpo.
- Termogénesis física: la estimulación de los centros simpáticos del hipotálamo posterior causan vasoconstricción cutánea. La vasoconstricción periférica favorece la conservación de la temperatura de la sangre circulante, al desplazarla a los tejidos más profundos.
La "piloerección", (poner los pelos de punta) está causada por la estimulación simpática hace que se contraigan los músculos erectores del pelo unidos al folículo piloso, lo que hace que el pelo adopte una postura vertical; esto es un signo genético de nuestro pasado animal (a los animales de pelo largo les permite formar una capa gruesa de aire aislante reduciendo la transferencia de calor al entorno).
- Termólisis: para controlar la temperatura, nuestro organismo utiliza mecanismos físicos de disipación cuando el calor del cuerpo se eleva demasiado. Estos mecanismos pueden tener control fisiológico o no.
A través de la orina, las heces, el aire expirado y la ingesta de alimentos fríos podemos reducir la temperatura, pero nuestro metabolismo apenas intervendrá. Por el contrario, cuando nuestros centros de control activan nuestra fisiología, se produce vasodilatación: los vasos sanguíneos de la piel se dilatan intensamente. Una vasodilatación plena puede aumentar la transferencia de energía hacia la piel hasta 8 veces.
- Termólisis intensa: cuando la temperatura central del cuerpo aumenta por encima del nivel crítico, se produce un incremento de la pérdida de calor mediante evaporación (sudoración). Un aumento adicional de 1°C de la temperatura corporal provoca suficiente sudoración para eliminar 10 veces la producción basal de calor del cuerpo. Muchos animales inferiores tienen escasa capacidad de perder calor por su superficie corporal debido a que su superficie presenta un pelaje importante y porque la mayoría no presentan glándulas sudoríparas, lo que evita la mayor parte de la pérdida mediante la evaporación del calor en la piel, por lo tanto utilizan un mecanismo sustitutivo, el mecanismo del jadeo regulado por el centro del jadeo que produce un aumento de la frecuencia respiratoria con una respiración muy superficial que colabora con la rápida evaporación del agua de las superficies mucosas, especialmente la saliva en la lengua.